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LA JUNTA DECLARA BIC CON CARÁCTER INMATERIAL A LA FUNCIÓN DE LA CRUZ Y LA PLAZA DE TOROS DE PALOS DE MONTEMAYOR14-Septiembre-2017 17:01Cultura
LA JUNTA DECLARA BIC CON CARÁCTER INMATERIAL A LA FUNCIÓN DE LA CRUZ Y LA PLAZA DE TOROS DE LA EMPALIZADA DE MONTEMAYOR.
La declaración se concreta en el conjunto de actividades taurinas tradicionales que singularizan esta celebración: encierros, lidia y capeas, especialmente en el marco donde se realizan que es el recinto taurino conocido como plaza de toros de la Empalizada.
El Consejo de Gobierno ha aprobado la declaración de Bien de Interés Cultural con carácter inmaterial a la Función de la Cruz y la plaza de toros de la empalizada situada en el municipio vallisoletano de Montemayor de Pililla. El conjunto de actividades religiosas y taurinas que conforman la Función de la Cruz desde el siglo XVII, constituyen una expresión de la forma de vida de una comunidad y un elemento de vinculación o relación social originario, tradicionalmente desarrollado en ese territorio.
La Función de la Cruz, se remonta en Montemayor de Pililla, Valladolid, al siglo XVII y se compone de un conjunto de actividades religiosas y festivas transmitidas de generación en generación y han sido seña de identidad y cohesión de los vecinos del pueblo. Dentro del conjunto de las celebraciones que conforman ‘La Función’, y tienen lugar entre el 13 y 18 de septiembre, se encuentran las procesiones y liturgias como la Misa cantada y la procesión de la Cofradía de la Santa Cruz del siglo XVI. Sin embargo, la actividad taurina es la que mejor define a la ‘La Función’ entendida como las técnicas utilizadas para encerrar y correr al toro.
De esta manera, la declaración de Bien de Interés Cultural con carácter inmaterial se concreta en el conjunto de actividades taurinas tradicionales que singularizan esta celebración: encierros, lidia y capeas, especialmente en el marco donde se realizan que es el recinto taurino conocido como plaza de toros de la Empalizada. Esta plaza se caracteriza por ser construida enteramente en madera de pino, como era habitual en la zona de Tierra de Pinares, atalancada con tablados, que se monta y se desmonta íntegramente cada año.
Los ‘Toros de la Exaltación de Santa Cruz’ se documentan desde el siglo VII hasta la actualidad y se caracterizan por la continuidad en el tiempo de los diferentes elementos que componen la fiesta: el encierro mixto del ganado a correr, la capea o los toros corridos conforme a las técnicas de la tauromaquia popular y el uso de la plaza de toros atalancada, como recinto propio. Esta tradición sigue siendo íntimamente popular con la participación de ciudadanos-aficionados tanto en la elección del ganado, como en la infraestructura y financiación, de acuerdo al carácter del pueblo comunero de Montemayor, en la que todos aportaban al común para el montaje de la plaza de toros.
La confluencia de los tres elementos encierro-capea-recinto, configura una tauromaquia particular en la que el encierro sigue corriendo los mismos pagos, gobernado por la misma filosofía mixta profesional/aficionado. La capea sigue componiéndose de los lances tradicionales - corte, recorte, quiebro, toreo de fortuna, toreo de atalancados o invenciones-, utilizados tradicional y generalmente en toda Castilla, pero que aquí se singularizan especialmente por el marco donde son ejecutados, la plaza de toros empalizada.
En Montemayor de Pililla se encuentra uno de los últimos restos del modelo de ‘toros de lugar’. Los mozos eran los encargados de planificar, organizar, ejecutar y financiar ‘La Función’ es decir, los toros eran comprados, encerrados, pagados y corridos por los mozos y de la misma forma, la arquitectura efímera necesaria para el desarrollo de la actividad, corría a su cargo.
La plaza de la Empalizada ha tenido a lo largo de la historia varias ubicaciones: el corro de la iglesia, la Plaza Mayor y actualmente y por razones de funcionalidad se instala a las afueras del pueblo. De tipología singular, la plaza atalancada sigue el ancestral modelo basado en disponer dos niveles; el superior, dotado de bancadas y el inferior, cerrado con empalizada, de modo que es posible hallarse más o menos cerca del toro conforme a la voluntad de cada uno.
De forma poligonal, aproximadamente cuadrada, ocupa una superficie de unos 1.500 metros cuadrados. La estructura es de postes o pies derechos de rollizos de madera de pino del municipio, limpios de corteza, sin ningún tratamiento químico adicional posterior; de sección sensiblemente circular se anclan al terreno, sobre los que se apoyan las vigas de madera de sección cuadrada/rectangular, formando pórticos. Este sistema se realiza en dos filas, una en el perímetro del ruedo y otra en el perímetro exterior del entablado. Se colocan otros postes de madera de pino inclinados acodalados a modo de contrafuertes -que se denominan “charranchas”- para asegurar la estabilidad del conjunto. Sobre estas vigas se disponen las viguetas de madera de pino de sección rectangular sobre las que se clavan las tablas del entablado y sobre éstos tres filas de bancos para el público. Para la formación de la barrera del ruedo, se disponen otros pies derechos de madera de menor diámetro y mayor longitud, a modo de talanqueras, denominados burladeros, que en su parte inferior se anclan al terreno con la misma profundidad que los estructurales, mientras que su parte superior se clava a la viga en su cara lateral externa, por lo que sobresalen con respecto al nivel del entablado, lo que sirve para formación de una barandilla en su parte superior con listones de madera de sección rectangular clavados del lado del entablado.
Una vez concluida la fiesta, la plaza de palos empalizada se desmonta y sus materiales se almacenan hasta el año siguiente. La singularidad e importancia de la plaza de toros la Empalizada viene dada por este carácter efímero, que surge y desaparece cada año; por su proceso de construcción artesanal con técnicas y soluciones características; por la utilización de unos materiales determinados que provienen del territorio del común y por una ejecución solidaria a la que contribuye la propia comunidad.
Son estos valores los que determinan su declaración como Bien de Interés Cultural inmaterial y, en consecuencia, la salvaguarda de ‘La Función’ y en concreto de la plaza de toros la Empalizada, viene determinada por la preservación de su espíritu así como el mantenimiento del modelo y modo de construcción de la plaza.